Este
es el trabajo íntimo de un artista que no nos deja dudas.
Él
aún se pregunta cosas, aún busca desde una abrumadora sensibilidad que elije
planos cortos con enfoques selectivos.
También
busca desde la sencillez de una mirada muy meticulosa con un ruido de fondo que
se entremezcla al aire suspendido de la ciudad.
La
luz natural y una óptica larga nos enseñan la magia de la cotidianidad.
Son
todas modalidades que nos acercan a los detalles de la intimidad.
Al
mirar este trabajo nos encontramos de inmediato en un submundo de símbolos y
signos de un paisaje interior que se refleja en los códigos y los mensajes de
un paisaje exterior.
Hay
un juego de planos superpuestos, como de imágenes en sucesión de un carrete de
diapositivas. La baraja de nuestra propia vida.
Reducidas
las distancias se crea un efecto óptico de planos cortos, casi un holograma de
la realidad. Tenemos mucho más cerca lo que se cuenta en la distancia.
De
los neumáticos, de la velocidad, de una sábana tendida inmóvil por la humedad
del aire mezclado a los vapores de la ciudad.
La
profundidad de campo comprimida reduce también las distancias con el otro en
donde, ahora, podemos buscarnos y reconocernos.
En
este contexto, apagado el egocentrismo de la plena luz del día, podemos
encontrarnos.
El
otro, nosotros mismos metidos entre finas laminas de luz sutil, entre tonos
delicados casi imperceptibles de color.
Metidos
entre la lluvia, la niebla, las brumas, todo nos invita a acercarnos.
En
este panorama es donde nos movemos, nosotros y el artista, con conciencia, más
presentes que en un día soleado de diafragma reducido.
Aquí
y ahora la pupila se relaja, se dilata y se expande, nuestra percepción se
dilata y los vapores evidenciados por la humedad, lo llenan todo.
Todo
esto es Capital Densa, una experiencia fotográfica, de quien la hace y de quien
la mira, simple y fuertemente, cotidiana.
En
estas fotografías, mezclándose a la emulsión, quedan impresas preguntas que han
subido a la superficie, desde las profundidades, sobre el amor, la soledad y la
vida sin nosotros.
Son
fotografías llenas de dudas y, al mismo tiempo, claras.
Porque
es clara la elección de la técnica para contarnos y para hacernos sentir.
Es
clara también la elección de un día de luces más calmadas, de una cierta
densidad de grises, lo que crea un paisaje que concentra nuestra atención sobre
el detalle.
Sobre
este material sensible ha llegado un otoño emocional, el momento de una mirada
hacia dentro. La pura meditación, el diafragma se abre más, la pupila descansa
expandiéndose.
Ahora,
las miro. Estaba cruzando yo esa calle, estaba transitando yo ese puente, y
estaba, un vez más, al otro lado mirando a donde iba, quien?
Y
quien no?
Resueltas
o no mis dudas, respondidas o no mis propias peguntas, este es también un
trabajo sobre la certeza de que el sol con su luz y sus contrastes volverán y
me encontrarán para seguir la búsqueda.
Entonces
tendremos la pupila más cerrada y más selectiva.
Mañana
será otro día.
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