martes, 12 de marzo de 2013

Sobre Capital Densa


Este es el trabajo íntimo de un artista que no nos deja dudas.

Él aún se pregunta cosas, aún busca desde una abrumadora sensibilidad que elije planos cortos con enfoques selectivos.

También busca desde la sencillez de una mirada muy meticulosa con un ruido de fondo que se entremezcla al aire suspendido de la ciudad.

La luz natural y una óptica larga nos enseñan la magia de la cotidianidad.

Son todas modalidades que nos acercan a los detalles de la intimidad.

Al mirar este trabajo nos encontramos de inmediato en un submundo de símbolos y signos de un paisaje interior que se refleja en los códigos y los mensajes de un paisaje exterior.

Hay un juego de planos superpuestos, como de imágenes en sucesión de un carrete de diapositivas. La baraja de nuestra propia vida.

Reducidas las distancias se crea un efecto óptico de planos cortos, casi un holograma de la realidad. Tenemos mucho más cerca lo que se cuenta en la distancia.

De los neumáticos, de la velocidad, de una sábana tendida inmóvil por la humedad del aire mezclado a los vapores de la ciudad.

La profundidad de campo comprimida reduce también las distancias con el otro en donde, ahora, podemos buscarnos y reconocernos.

En este contexto, apagado el egocentrismo de la plena luz del día, podemos encontrarnos.

El otro, nosotros mismos metidos entre finas laminas de luz sutil, entre tonos delicados casi imperceptibles de color.

Metidos entre la lluvia, la niebla, las brumas, todo nos invita a acercarnos.

En este panorama es donde nos movemos, nosotros y el artista, con conciencia, más presentes que en un día soleado de diafragma reducido.

Aquí y ahora la pupila se relaja, se dilata y se expande, nuestra percepción se dilata y los vapores evidenciados por la humedad, lo llenan todo.

Todo esto es Capital Densa, una experiencia fotográfica, de quien la hace y de quien la mira, simple y fuertemente, cotidiana.

En estas fotografías, mezclándose a la emulsión, quedan impresas preguntas que han subido a la superficie, desde las profundidades, sobre el amor, la soledad y la vida sin nosotros.

Son fotografías llenas de dudas y, al mismo tiempo, claras.

Porque es clara la elección de la técnica para contarnos y para hacernos sentir.

Es clara también la elección de un día de luces más calmadas, de una cierta densidad de grises, lo que crea un paisaje que concentra nuestra atención sobre el detalle.

Sobre este material sensible ha llegado un otoño emocional, el momento de una mirada hacia dentro. La pura meditación, el diafragma se abre más, la pupila descansa expandiéndose.

Ahora, las miro. Estaba cruzando yo esa calle, estaba transitando yo ese puente, y estaba, un vez más, al otro lado mirando a donde iba, quien?

Y quien no?

Resueltas o no mis dudas, respondidas o no mis propias peguntas, este es también un trabajo sobre la certeza de que el sol con su luz y sus contrastes volverán y me encontrarán para seguir la búsqueda.

Entonces tendremos la pupila más cerrada y más selectiva.

Mañana será otro día.

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